El miércoles pasado volví a cruzarme con Don Manuel al salir de mi bar preferido en la Plaza de Armas de Santiago. Esta vez pude mostrarle lo que escribí hace seis meses sobre nuestro primer encuentro y una breve crónica sobre el paso del cometa observado recientemente.
Mientras los transeúntes se detenían curiosos a observar los planetas, charlábamos animadamente. Esa noche, los protagonistas celestes eran Venus y Júpiter. Venus, que se escondía lentamente tras los edificios contiguos a la Catedral, ofrecía un espectáculo breve pero impactante. Júpiter, por otro lado, comenzaba a hacerse visible, brillando como un faro en el cielo nocturno.
En medio de nuestra conversación, una joven se acercó y preguntó cuánto costaba mirar por el telescopio. Por solo mil pesos, tuvo la oportunidad de transformar lo que a simple vista era un puntito brillante en el cielo, en algo completamente distinto. Cuando miró a través del telescopio, su asombro fue evidente. Por un momento, confundió a Venus con la Luna, pues este planeta, visto con el instrumento adecuado, revela una fase parcial, algo así como un cuarto creciente en miniatura. Manuel le explicó con paciencia que eso sucede porque Venus, al estar entre el Sol y la Tierra, muestra fases similares a las de nuestra Luna. La joven se fue fascinada, y su reacción nos sacó una sonrisa.
Cuando Venus finalmente quedó oculto tras los edificios, Don Manuel señaló que ya era hora de buscar a Júpiter. Con su característico entusiasmo, propuso una competencia para ver quién lograba divisarlo primero. Cuando por fin lo encontré, me premió regalándome el privilegio de verlo a través de su telescopio. La imagen fue impresionante: no solo se distinguía claramente el gigante gaseoso, sino que una de sus lunas galileanas parecía estar cerca del planeta, casi fundiéndose con él. Antes de despedirnos, intercambiamos teléfonos. El día siguiente me envió algunas fotografías y recuerdos de su vasta colección, imágenes que comparto en esta galería:
Inspirado por nuestras charlas, me aventuré a capturar algunas imágenes de Venus y Júpiter. Aunque no se comparan con las de Manuel, son un pequeño tributo al amor por el universo que él ha sabido transmitir con tanta generosidad.
Jupiter:
El mismo miércoles apunté al cenit para tomar algunas fotografías de Júpiter y creo que estas dos resumen bastante lo visto en los telescopios:
Venus:
El viernes apunté al atardecer (pero aún de día) tratando de hacer la foto más rápida posible, obteniendo lo mismo que vió la niña y que confundió con la Luna:
Saturno
Cerca de Venus, pero mucho menos visible estaba Saturno, al que solo pude tomar estas fotos:
Estas fotografías, aunque humildes, son un reflejo de todo lo que he aprendido. Son también un recordatorio de que, con un poco de paciencia y curiosidad, incluso desde el corazón de una ciudad tan ruidosa como Santiago (tanto en luz, contaminación y todo lo que juega en contra en estas fotografías), podemos conectar con algo tan inmenso como el universo. Así que la próxima vez que se crucen con alguien como Manuel, deténganse, observen, y dejen que el cielo les cuente su historia.
Adelante estudios.