Siempre escuché historias sobre el cometa Halley. Lamentablemente, era solo un bebé cuando pasó por última vez en 1986, y es poco probable que llegue a verlo en su próximo regreso. Quizá por eso, los cometas siempre han despertado en mí una fascinación especial. Muchas veces intenté observarlos, pero la mayoría de las ocasiones me encontré con cielos nublados, una mala ubicación o simplemente con la desilusión de no poder encontrarlos a simple vista.

Ayer, animado por las fotos del cometa C/2024 G3 (ATLAS) tomadas por mi amigo Alvio, decidí intentarlo nuevamente. Este cometa, descubierto recientemente, ha generado gran interés por su paso cercano al Sol y la posibilidad de observarlo desde la Tierra. Sin embargo, sabía que las condiciones serían un desafío: el cometa estaría muy cerca del horizonte al atardecer, lo que complicaría su visión debido a la contaminación de una ciudad como es Santiago de Chile. Ayer lo intenté y como el edificio del frente tiene un piso más que el mío, solo logré ver los mismos planetas de siempre. Hoy, armado con mi cámara, comencé mi búsqueda. Primero intenté en la azotea de la mamá de Coté, pero me encontré con un edificio más alto justo en la ruta de la puesta de sol.

Por un momento, pensé que, una vez más, este cometa se me escaparía. Pero la perseverancia tiene su recompensa, y en un giro inesperado, se me ocurrió ir a un lugar que resulto perfecto: el Club Hípico de Santiago. Este lugar, conocido por las carreras de caballos y su elegante arquitectura, está rodeado por una tranquilidad que contrasta con el bullicio de la ciudad. Resultó ser un punto perfecto para fotografía nocturna. Aunque nunca habría imaginado que podría usarlo como observatorio, la amplia explanada y la ausencia de construcciones altas cercanas me dieron una visión despejada del horizonte.

A las 9 de la noche llegué al Club Hípico de Santiago, donde uno de los guardias me dejó pasar con la condición de que me quedara en un lugar visible y por poco tiempo. Entre las 9:15 y las 9:30, el cielo comenzó a mostrar su espectáculo: planetas como Venus y Saturno aparecieron, iluminando el horizonte y regalando una vista impresionante.

Finalmente, cerca de las 9:50, gracias a que sabía exactamente dónde mirar con la ayuda una videollamada con mi amigo y de aplicaciones como Stellarium, y una brújula, logré identificar el cometa. Ahí estaba, una pequeña mancha difusa, casi imperceptible a simple vista, pero inconfundible a través de mi cámara. Pude tomar esta foto, un recuerdo tangible de una experiencia inolvidable. El cometa C/2024 G3 (ATLAS) estaba allí, recordándome por qué vale la pena insistir.

Bueno amigos, es un placer compartir con ustedes mi primera foto de un cometa. No es muy buena, pero es la primera.

Esta experiencia me dejó varias lecciones. Primero, que a veces los mejores lugares para la observación astronómica están donde menos los esperas. Y segundo, que la perseverancia y un poco de creatividad siempre encuentran su recompensa. Pues aún vivimos en un mundo donde el cielo regala su magia.

Adelante estudios.

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