Con motivo de la conmemoración de los 50 años de un evento que ha dejado una profunda huella en nuestra historia, he preparado esta entrada (como la segunda de una serie) para reflexionar sobre lo que ocurrió y lo que significa para nosotros. Creo que es importante entender ese pasado para poder construir un futuro más feliz y digno.
El Centro Cultural Palacio La Moneda nos invita a visitar la exposición: “Como diseñar una revolución: La vía chilena al diseño”. Este proyecto cultural expone por primera vez un aspecto poco conocido: El diseño gráfico e industrial desarrollado en el gobierno del presidente Salvador Allende. Junto a distintos objetos originales vinculados a la democratización de la lectura y el canto popular, la reducción de la dependencia tecnológica y la superación de la desnutrición infantil. Además, esta exposición incluye un imperdible : la recreación de la sala de operaciones (o Opsroom) de Cybersyn, un proyecto revolucionario de gestión cibernética implementado en Chile durante la presidencia de Salvador Allende en la década de 1970.
La inauguración está programada para dentro de media hora, pero de manera exclusiva, tenemos fotos de la recreación de lo que fue una de las primeras formas de gestionar el big data en una época en la que este concepto ni siquiera existía.
Sala Pacifico: Cómo diseñar una revolución
Los curadores de esta exposición, Hugo Palmarola, Eden Medina y Pedro Ignacio Alonso, ofrecen un extenso y conmovedor viaje a través de la cultura visual y material de un momento histórico crucial. Dentro de la Sala Pacifico del Centro Cultural Palacio de La Moneda y a través de la exhibición de más de 350 piezas originales logramos entrar de lleno de diseño al intento de implementación de una revolución pacifica y democrática, con un enfoque en la acción colectiva, la promoción de la lectura, el canto popular, la búsqueda de la autonomía tecnológica y la lucha contra la desnutrición infantil.
Cómo construir una sociedad lectora
La accesibilidad a la lectura y los libros fue una prioridad fundamental del Gobierno socialista en Chile. La creación de la editorial Quimantú en 1971, tras la adquisición del Zig-Zag por parte del Estado, transformó radicalmente la forma en que la cultura escrita circulaba en el país. Esta editorial estatal se convirtió en una plataforma masiva para la difusión, distribución y exposición de una amplia gama de temas, lo que amplió significativamente el acceso de la población a la literatura nacional e internacional.
Quimantú marcó un hito histórico al poner en circulación más de 11 millones de libros y revistas, democratizando la cultura de manera sin precedentes. Llegó a las clases históricamente excluidas del debate nacional, promoviendo la inclusión y la emancipación política y educativa. En este contexto, el diseño editorial desempeñó un papel clave al combatir el analfabetismo y fomentar el pensamiento crítico, transformando a los receptores en ciudadanos activos en lugar de meros espectadores.
La modernización, democratización y compromiso social promovidos por el movimiento estudiantil de reforma universitaria llevaron a las universidades chilenas, como la Universidad Técnica del Estado, a expandir la educación popular y relacionarla con la realidad nacional para hacerla más inclusiva. Esta universidad, por ejemplo, se destacó en la formación de trabajadores para las industrias estatales. Además, su revista, cuyo diseño editorial fue responsabilidad del Taller Gráfico de la institución, desempeñó un papel importante en la difusión de la ciencia, la tecnología y el proyecto socialista.
Cómo reducir la dependencia tecnológica
Para reducir la dependencia tecnológica y avanzar hacia una mayor autonomía económica en beneficio del bienestar social, el gobierno de Salvador Allende profundizó el enfoque de industrialización por sustitución de importaciones. Esto se logró a través de la estatización y la racionalización de productos. Se promovió la especialización industrial para la fabricación selectiva, lo que implicó simplificar la variedad de modelos en productos populares y garantizar su disponibilidad a través de una distribución más equitativa de los ingresos.
En 1971, la CORFO estableció el Área de Diseño Industrial en el Comité de Investigaciones Tecnológicas de Chile (INTEC) con el propósito de implementar políticas públicas y proyectos de diseño industrial estatal para bienes de consumo duraderos y de capital. Un equipo de diseñadores, ingenieros y profesionales de instituciones como la Universidad de Chile, la Pontificia Universidad Católica de Chile y colaboradores extranjeros, dirigidos por Gui Bonsiepe de Alemania, desarrollaron más de 20 proyectos piloto para instituciones estatales en áreas que abarcaban desde la agricultura y la metalmecánica hasta electrodomésticos y equipamiento básico para jardines infantiles, viviendas y salud, así como la sala de operaciones Cybersyn, entre otros. También se llevaron a cabo iniciativas relacionadas con el diseño gráfico.
El diseño se incorporó a lo que se conoció como la “batalla de la producción”, estandarizando y tipificando procesos y productos mediante una lógica de fabricación socialista alternativa al sistema de obsolescencia programada del capitalismo. En este contexto, el Estado respaldó productos económicos como el televisor Antú de la Industria de Radio y Televisión (IRT) y el automóvil Yagán de la empresa mixta CORFO-Citroën, ambos caracterizados por su facilidad de fabricación basada en el plegado de láminas.
Cómo nutrir la infancia
En 1970, Chile enfrentaba algunos de los índices más altos de desnutrición infantil en el mundo, lo que tenía graves consecuencias en términos de mortalidad y exponía profundas desigualdades sociales. En este contexto, el gobierno de Salvador Allende implementó un plan nacional de alimentación como una medida urgente. Una de las acciones más emblemáticas fue la distribución gratuita de medio litro de leche diaria a niños menores de 15 años, mujeres embarazadas y madres lactantes.
El diseño desempeñó un papel crucial en la ejecución de este plan, como se evidencia en las cucharas dosificadoras de leche en polvo creadas por el Área de Diseño Industrial del Comité de Investigaciones Tecnológicas de Chile (INTEC) y los afiches diseñados por Waldo González y Mario Quiroz para campañas de educación sanitaria infantil y de la Polla Chilena de Beneficencia, ambas desarrolladas para el Servicio Nacional de Salud.
INTEC también asumió la tarea de desarrollar equipamiento para la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI), que fue establecida en 1970. Esta institución transformó radicalmente las políticas de educación preescolar, ampliando la responsabilidad y acción del Estado e introduciendo un cambio de perspectiva en cuanto a la participación de niños y niñas como ciudadanos y sujetos de derecho.
Cómo promover la música popular
Desde mediados de los años sesenta, la Nueva Canción Chilena emergió como la expresión musical estrechamente ligada a la izquierda, consolidándose como la banda sonora de la Unidad Popular. Este movimiento, que combinaba una renovación del folclore con una profunda identidad latinoamericana, creó música que estaba directamente arraigada en la realidad de las personas en Chile. Con un fuerte compromiso político, la canción se convirtió en una poderosa herramienta de liberación y denuncia de las condiciones de vida de la clase obrera.
Destacados cantautores como Violeta Parra y Víctor Jara, así como grupos como Quilapayún e Inti-Illimani, encarnaron este movimiento. La musicalización de poemas de Pablo Neruda y la creación de piezas para campañas políticas dieron lugar a auténticos himnos culturales.
La Discoteca del Cantar Popular (DICAP), afiliada a las Juventudes Comunistas de Chile, se erigió como el principal sello discográfico para la difusión de la Nueva Canción, donde el diseño gráfico desempeñó un papel crucial en su visibilidad y popularización. La disquera no solo produjo música, sino que también organizó conciertos en fábricas, sindicatos y áreas residenciales. El diseño de su logotipo, afiches, portadas de álbumes e interiores de discos fue encomendado a la oficina de los hermanos Vicente y Antonio Larrea, junto con Luis Albornoz. El resultado fue un lenguaje visual diverso y original que impulsó la producción discográfica local y contrarrestó la influencia de los medios controlados por empresas multinacionales.
Simultáneamente, la Industria de Radio y Televisión (IRT), que surgió tras la nacionalización de RCA Victor, no solo actuó como sello discográfico, sino que también se involucró en la fabricación de nuevos electrodomésticos para reducir la dependencia de importaciones. En colaboración con el Área de Diseño Industrial del Comité de Investigaciones Tecnológicas de Chile (INTEC), desarrollaron dos proyectos de tocadiscos populares: uno portátil y otro como parte de un sistema completo.
Cómo llamar a la acción colectiva
La Unidad Popular empleó el lenguaje gráfico como una de sus principales herramientas para difundir y promover las transformaciones sociales en curso. Durante el gobierno de Salvador Allende, las ciudades se llenaron de afiches de gran formato y colores vibrantes que promocionaban el programa político, la cultura y la educación popular.
Estas obras, diseñadas por destacados artistas como Vicente y Antonio Larrea, Luis Albornoz, Waldo González, Mario Quiroz, y el Taller Gráfico de la Universidad Técnica del Estado, entre otros, dieron forma a un imaginario que se desplegó ampliamente en las calles de Chile. Desde una perspectiva visual, se destacó por sus ilustraciones coloridas, el alto contraste en las fotografías y la evocación de un estilo latinoamericano. En cuanto a la tipografía, se utilizó tipografía transferible y rotulación. La producción de estas piezas se basó en técnicas de impresión serigráfica y offset, lo que permitió la creación de una gran cantidad de copias en diversas tonalidades.
Todos estos elementos contribuyeron a formar un conjunto de símbolos altamente reconocibles, que se entrelazaron de manera efectiva con el lenguaje visual de las brigadas muralistas callejeras. En consecuencia, la producción de carteles desempeñó un papel fundamental en la creación de un sistema iconográfico que se manifestó en diversos medios y contextos, pero siempre con el objetivo común de comunicar y promover los principios del proceso revolucionario, estableciendo así una visualidad coherente con el proyecto de una sociedad igualitaria.
Cómo administrar una economía
Durante el gobierno de la Unidad Popular, se llevó a cabo un proceso de nacionalización en el que las industrias más significativas del país fueron transferidas al control estatal, bajo la supervisión de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO). La velocidad y la magnitud de esta transformación económica plantearon desafíos significativos que llevaron a dos individuos destacados, Fernando Flores, director técnico general de CORFO, y Stafford Beer, un cibernético británico, a desarrollar un sistema innovador para administrar las empresas estatales de manera flexible y descentralizada. Este proyecto, conocido como “Cybersyn” o “SYNCO”, se basó en el modelo de sistemas viables propuesto por Beer, inspirado en observaciones de la neurofisiología humana.
Cybersyn comprendía cuatro subsistemas clave: Cybernet, una red nacional de telecomunicaciones que permitía la transmisión de datos en tiempo real desde las fábricas hasta el Gobierno; Cyberstride, un software diseñado para anticipar el desempeño industrial y detectar posibles crisis; Checo, un simulador diseñado para facilitar la comprensión de las relaciones económicas; y Opsroom, una sala de operaciones central. En conjunto, este proyecto permitía la rápida recopilación y sistematización de grandes volúmenes de datos, proporcionando así una base sólida para la toma de decisiones políticas y económicas.
Todos estos procesos convergían en la sala de operaciones, cuyo innovador diseño fue desarrollado por el Área de Diseño Industrial del Comité de Investigaciones Tecnológicas de Chile (INTEC) de CORFO, en colaboración con un grupo de diseñadoras bajo la dirección del diseñador alemán Gui Bonsiepe. A pesar de que en enero de 1973 el Presidente Allende visitó un prototipo de la sala, tanto este componente como el proyecto Cybersyn en su conjunto solo lograron alcanzar la fase piloto. Bonsiepe y otros miembros de INTEC tenían una reunión programada con el presidente en La Moneda para discutir su implementación completa dentro del edificio. Sin embargo, esta reunión fue pospuesta días previos del 11 de septiembre de 1973.
Hall Central: Opsroom
50 años después, esta recreación trasciende la categoría de simple maqueta, ya que implicó la colaboración de expertos del MIT para desarrollar una versión moderna. En lugar de depender de conexiones físicas con cables para cada botón, se optó por pantallas LED y módulos WiFi, lo que redujo el tamaño necesario para su implementación. Su apariencia emula completamente el proyecto original, incluso en sus detalles más mínimos: además de la forma hexagonal y las 7 sillas tele-comando, existen paneles de colores que le permitían a quienes estuvieran en el centro de control tener una visualización general de toda la producción.
Además, se desarrolló un software llamado “Cybernet” que ayudaba a los planificadores a modelar y simular diferentes escenarios económicos. En octubre de 1972, el sistema tuvo la oportunidad de demostrar su eficacia durante el paro patronal que paralizó Santiago, cuando aproximadamente 50,000 camioneros en huelga bloquearon las calles. Utilizando máquinas de teletipo, el gobierno pudo coordinar el transporte de alimentos hacia la ciudad con la ayuda de alrededor de 200 camiones que seguían leales a Allende y no se habían sumado a la huelga. Reflexionando sobre este evento, Stafford Beer, principal arquitecto del proyecto, afirmó de manera modesta: “La comunicación es sinónimo de control”.
Esta muestra se puede ver desde mañana 8 de septiembre hasta el 28 de Enero de 2024.
Making of: Sala de Operaciones y Law Shifters
Adelante estudios.