Todos los estudiantes universitarios merecen respeto y consideración, sin importar el año en que se encuentren. Dicho aquello, siempre he creído que el ambiente universitario demasiado serio solo aumenta el estrés de quienes ya están mal por sobrecarga académica, problemas personales y de salud mental, por lo que una broma inofensiva es algo que a posteriori será recordado con nostalgia.
En los salvajes años 2000 cuando aún no era erradicada la barbárica costumbre del mechoneo, nosotros intentábamos distender los primeros días de los mechones con competencias, creaciones de videos (que aún andan dando vuelta por ahí) y una que otra broma, como esa vez que hicimos que el más viejo de nosotros se hiciera pasar por un profesor con un examen sorpresa que era imposible de resolver.
Ciertamente mucha agua ha pasado bajo el puente por lo que ahora cuando me contaron que un centro de estudiantes gastó una inofensiva broma a sus mechones, notificando nuevas e inverosímiles reglas, solo pude carcajearme y hacer lo posible para hacer que ese noble gesto no se pierda como lagrimas en la lluvia.
La mejor parte fue cuando pusieron un palo blanco que no estuvo de acuerdo con que debía firmar y les rompió la carta de compromiso y se fue de ahí, dejando al resto perplejo justo antes de contarles a todos que era una broma.
Adelante estudios.